Tratándose de una isla tropical quizá la primera imagen que te venga a la mente cuando piensas en Sri Lanka es la de sus playas de palmeras cocoteras, pero en su interior algunas localidades se sitúan por encima de los 1000 metros sobre el nivel del mar, las temperaturas son más frescas y el paisaje cambia completamente.

Es en las tierras altas donde se cultiva el té, traído hasta aquí desde China por los ingleses en 1824 después de que las plantaciones de café anteriores sufrieran una plaga de hongos que acabara con ellas.
El negocio del famoso té de Ceylan, antiguo nombre de la isla, emplea a más de 1.000.000 de personas en su proceso entre cultivo y venta.

En los campos de cogida sólo se ve a mujeres Tamil de origen Indio que, con un saco a la espalda, se encargan de recoger a mano dos hojas y una yema para obtener un té de excelente calidad.

La mayor parte del cultivo es de té negro, pero también se dan el té verde y el blanco, conocido como “Silver tips” que se obtiene de las hojas más jóvenes y es apreciadísimo por sus propiedades antioxidantes.

Un viaje a las tierras altas de Sri Lanka es un viaje al corazón de las plantaciones y una de las mejores maneras de disfrutarlo es a bordo de un tren que recorre las colinas entre los verdes arbustos. El recorrido entre las estaciones de Kandy y Ella, o trayectos más cortos entre estaciones intermedias, es calificado con frecuencia como uno de los más pintorescos viajes en ferrocarril que existen.
Si el viaje en tren te sabe a poco siempre puedes aprovechar los días en las Tierras Altas para hacer algo de senderismo por la zona y de paso darte una tregua de las altas temperaturas que tengan en la costa.