Es costumbre en Omán preparar café por la mañana para tener para ofrecer a quienes lleguen a la casa, ya que invitar a dátiles y café a los invitados es símbolo de hospitalidad.

El café preparado al estilo tradicional se tuesta, se muele, y se mezcla con cardamomo, agua de rosas y azafrán. Esta mezcla se conoce en árabe como Kahwa (o Qahwa) y el invitado nunca debería declinar una primera taza.

Existe todo un protocolo entorno al modo de servir y consumir este elixir. Por ejemplo, la taza nunca ha de llenarse más de un cuarto y cuando uno no quiere más debe agitar el recipiente un poco para que quien lo sirva entienda que ya hemos tomado suficiente.

Los recipientes en que se sirve habitualmente el café son cuenquitos de porcelana sin asa, más pequeños que las tazas de café espresso italiano.

El Kahwa es más que una bebida en Omán, se puede decir que es el actor protagonista de un evento social en el que los omaníes se reúnen a charlar entre amigos y familiares para pasar un buen rato. Quizá sea por creencias religiosas, recordemos que los musulmanes no pueden tomar alcohol, o tal vez sea por tradición cultural, pero parece que las cafeterías constituyen un punto de encuentro muy popular entre la gente local.

La forma de prepararlo difiere de unas regiones a otras. En algunas prefieren aromatizarlo además de con cardamomo, agua de rosas y azafrán, también con canela o clavo.

Ningún omaní añade azúcar al café, que por sí solo resulta bastante amargo, de ahí que al mismo tiempo se ofrezcan dátiles ya que el alto contenido en fructosa del fruto de la palma sirve para compensar el amargor del kahwa. La leche tampoco forma parte de la experiencia del café en Omán.

En los hoteles es frecuente encontrar kahwa y dátiles en el área de la recepción para tomar cuando a uno le apetezca.